Noche de vicio...

Ayer, pese a todo pronóstico la cosa se animó. Parecíamos el Valencia pues Migue, Espiguilla y Juan Carlos estaban malos con la garganta. Total que al final sólo quedé con Bea, pues el moro tenía partidos que jugar y partidos que ver y además para colmo tenía el termo estropeado y estaba esperando a que el fontanero lo arreglara...
Cuando Bea y yo ibamos a cenar en "En la espero te esquina" Javi se nos unió, pero además nos encontramos Diego, Fabra y Antonia, quienes iban a cenar cerca de allí.
Al final acabamos en el Picalagartos, jugando al parchís, apostando y perdiendo....:-(

Algunas fotos

Pero bueno, echamos un rato muy agradable.

Nota Mental

El otro día estuvimos en El Estribo, se supone que eso era lo que iban a continuar con la crónica, desde donde lo dejé en mi post anterior....

pero se hacen de rogar...
La cuestión es que estando en tan maravilloso garito apunté una 'nota mental' en mi móvil. Resultó que cuando llegué, uno que es humano, pues fui al servicio. Normalmente mi naturaleza es despistada y en ocasiones me cuesta saber cuál es el servicio de caballeros. No tuve problema en dicha identificación, estaba claro, EL QUE NO TIENE PUERTA, jejeje!

Bueno, siendo riguroso, el que carezca de puerta e intimidad no lo invalida como servicio para mujeres, pero me da a mí que no lo usan muchas mujeres...

Saludos y gracias por aguantar una parida más. Eso sí, la foto mola.

Comienzo...

...anoche, cosa extraña, salimos relativamente pronto serían las doce amenos algo. Como siempre, todo estaba hecho, a falta de los deportiveros y un oportunista Nadal. Así que dejamos a Manuela y Alberto, y María y yo abandonamos el barco. Y resignados fuimos a esperar a Diego, que llegaba de Sevilla, a la Alquería. Allí nos tomamos un par de cervezas y fue cuando mis niveles de conciencia, marcha y un poco de todo en general bajaron peligrosamente. Reconozco que estuve a punto de irme para casa, pues estaba muy cansado y el sueño me tenía más tonto de lo que me pertenecía.
Diego nos enseñó la cámara de fotos y el zippo que sus majestades los Reyes de oriente le habían traído. Obviamente se habrán equivocado, yo me he portado como mínimo tan mal como Diego y he de reconocer que las comparaciones son odiosas.
En fin, que pagamos y nos dirigimos a la Renfe, a por el coche de María, para ir al centro. Sólo que a Manuela y Alberto le quedaban poco, por lo que decidimos esperarlos para irnos todos juntos. Fue ahí que para evitar que mi estado empeorase, decidí dar una vuelta a ver si el frío era una terapia convincente. Fue entonces cuando hice un par de fotillos:


El siguiente post con la continuación de la crónica se lo cedo a cualquiera de los presentes, anoche en El Estribo.